viernes, 8 de mayo de 2009

Filósofos de Hoy: Demócrito de Abdera

Era un cachondo.

Demócrito de Abdera nació en el siglo IV, o posiblemente en el VIII, en la ciudad de Abdera. En esa época loca de la Grecia clásica te ponían el apellido de la ciudad en la que naciste (ejemplos; Tales de Mileto, Heráclito de Efeso, Parménides de Detroit) lo que suponía una auténtica locura para el Registro Civil. Los gobernantes de Abdera no permitían que hubiera ningún nombre repetido en toda la ciudadanía, y ya que todos llevaban el mismo apellido, los padres debían inventarse un nombre que no coincidiera con ninguno ya registrado. Al principio todo eso estaba muy bien; los primeros en llegar al Registro pudieron elegir nombres más comunes como Manuel, Yago o Yéremi, pero los que fueron llegando después lo tenían más jodido, y perdón por la expresión. Los padres de Demócrito elegieron este nombre sacando letras al azar de un biombo. Sea como fuere, y a la edad de once añazos, Demócrito hizo un curso de la FP que versaba sobre filosofía, juegos de palabras y adivinanzas de agudeza visual, lo que empezó a despertar esa vena coñazo que tienen todos los pensadores. En este curso conoció a Aristóteles de Esperantia, Anaximandro de Galilea, Johnathan de Crimea y a Sócrates de Gotham City, con los que formaría, por todos es sabido, uno de los mejores equipos de baloncesto juveniles de la época.

Demócrito es el 13, el de los cordones.

Pronto se le pasaría (temporalmente) la inquietud por la filosofía; el joven griego pasó toda su adolescencia borracho, insultando a los transeuntes que caminaban por la urbe e intentando hacerse famoso saliendo de fondo en las fotos de los famosos que visitaban su ciudad. Y fue precisamente una de esas celebridades la que le volvió a encauzar en el buen camino; se trataba de Lady Di. La princesa Diana, famosa por pararse a hablar con los pobres, animó a Demócrito a seguir con su vocación, y el joven, ni corto ni perezoso, empezó a manufacturar manuscritos y panfletos porque pensaba que así se la podría ligar. Eran unos escritos muy animosos y de buen rollo, donde el hombre era la medida del hombre y toda esa mierda, pero su positivismo acabaría el día en el que su amada princesa murió en un accidente de coche en el que colisionaría frontalmente con el Partenón. Demócrito entró en una grave depresión, comenzando así la que se conoce como su época oscura, en la que llenaba los folios de frases interminables como "joderjoderjoderputaputaputamierrrrrrrrrrrrrrrrrda" y pintaba emoticonos tristes en las esquinas. Esta época se puede diferenciar a simple vista porque está escrita con boli negro y ya no convierte los puntos sobre las íes en corazones. Tal comportamiento no era tolerado por sus padres, que no dudaron en internarlo en la llamada "Ciudad de los Muchachos".

Demócrito es el que está escondido tras la columna, asustado por tanta homosexualidad.

En el internado la cosa fue a peor. El antiguo pivot sentía que sus compañeros y profesoras le empujaban al suicidio; le miraban mal al cruzarse y no le respondían en las conversaciones del Messenger, cuando Demócrito sabía perfectamente que estaban ahí. Un día decidió poner punto final a esa situación y se escapó al estilo Prison Break, pero con la diferencia de que escapó solo y sin ningún plan premeditado. O sea, nada que ver con Prison Break. Sea como fuere, justo a la salida del internado, se encontró con un animal mágico, posiblemente un castor, que le mostró las verdades de la vida al estilo filósofo griego, es decir; un montón de tonterías desactualizadas sin sentido que no le solucionaban la vida a nadie. Decidió hacer suyas estas enseñanzas y pronto se puso a dar conferencias en el Pasaje del Terror del Parque de Atracciones de Atenas, sin que nadie supiera muy bien por qué. Pero, curiosidades de la vida, un día visitaba el parque un importante representante de filósofos que lo sacó de la basura y lo convirtió en un verdadero profesional, además de en todo un hombre. Hay que dice que todo lo que Demócrito predicaba en esta su última etapa se contradecía, no ya sólo con lo que había predicado en el pasado, sino con todo lo que tuviera sentido. Otro sector de sus detractores afirmaba que era un filósofo producto, que solo llegaba a conclusiones y razonamientos que su discográfica le imponía, y que se había vendido a la industria, convirtiendo en destinatarias del producto que predicaba a las niñas de 15 años.

Haciéndose una foto junto a una histérica.

3 comentarios:

  1. es muy chevere los felicito por tan grandiosa cosa. besos.

    ResponderEliminar
  2. se mas serio tal semejante inventor de fotos y sin valores morales de remate ademas NO SABIA QUE DEMOCRITO habitaba en nuestros tiempos y que se habia hecho actor por q a ese ya lo he visto en film.....:/

    ResponderEliminar
  3. Fue hermoso.
    Me hizo llorar.
    Te amo.

    ResponderEliminar